Conferencias de introducción al psicoanálisis
(1916-17 [1915-17])Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse
Trabajo realizado para nuestro grupo de estudio en TOPSYLAC.
Trabajaremos con las versiones de estas conferencias, en francés y en español, comparando y extrayendo de ellas lo que nos vaya atrapando. Aquí se presentará en azul, la versión oficial en español, de la Standard Edition, Amorrortu editores, Volumen XV, XVI y XXII con notas ordenadas por James Strachey. Toda la letra en negrita, es nuestra, sea de resúmenes -por ejemplo de notas de strachey-, comentarios nuestros, o indagaciones provenientes de otras fuentes, en cada caso se informa. Nótese además que, como es costumbre en TOPSYLAC, el estudio presenta hípertexto.
Buena lectura.
volúmen XV
Nota introductoria de James Strachey
Luego de enumerar James Strachey las numerosas traducciones de esta obra a distintos idiomas, desde su aparición de la primera parte en 1916 hasta 1972, y que en 1923 apareciese traducida al español, dice lo que sigue:
Este libro tuvo una circulación más vasta que cualquier otra obra de Freud, salvo quizá la Psicopatología de la vida cotidiana (1901b) (ver nota :(dice que en vida de Freud esta fue la obra más traducida a por lo menos 17 idiomas)). También se caracteriza por la cantidad de errores de imprenta. Como se indica en la nómina de ediciones, cuarenta fueron corregidos en la segunda, de 1918; pero había muchos más, y en las sucesivas ediciones puede observarse una cantidad considerable de leves variantes en el texto (ver nota:(dice que la presente obra contiene en sí todas las revisones)).
La fecha real de publicación de las tres partes no es clara. La primera parte estaba con seguridad a la venta antes de fines de julio de 1916, como se desprende de una mención de Freud en una carta a Lou Andreas-Salomé, del 27 de julio de 1916 (cf. Freud, 1960a). En la misma carta dice que la segunda parte está a punto de aparecer. Una misiva de Freud a Abraham del 18 de diciembre de 1916 sugiere que en realidad no apareció hasta fin de año. (Cf. Freud, 1965a.) La tercera parte parece haberse publicado en mayo de 1917.
El año académico de la Universidad de Viena se dividía en dos partes: un período (o semestre) de invierno, de octubre a marzo, y uno de verano, de abril a julio. Las conferencias fueron dictadas por Freud en dos períodos de invierno sucesivos, durante la Primera Guerra Mundial: 1915-16 y 1916-17 (ver nota). En el segundo tomo de la biografía de Jones ( 1955, págs. 245 y sigs.) podrá encontrarse una descripción completa de las circunstancias que llevaron a su publicación.
Aunque la pertenencia de Freud a la Universidad de Viena había sido sólo «periférica» -como él mismo lo señala en el «Prólogo» a las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (l933a)-, pronunció allí muchas series de conferencias, desde la época de su nombramiento como Privatdozent {docente adscrito} en 1885 y como Professor Extraordinarius {profesor asociado} en 1902. De ellas no se ha conservado registro, aunque pueden encontrarse algunos relatos, por ejemplo de Hanns Sachs ( 1945, págs. 39 y sigs.), Theodor Reik (1942, págs. 19 y sigs.) y Ernest Jones (1953, págs. 375 y sigs.). Freud decidió que la serie iniciada en el otoño de 1915 sería la última, y acordó su publicación a sugerencia de Otto Rank. En el «Prólogo» ya citado a las Nuevas conferencias, Freud nos dice que la primera mitad de las anteriores -vale decir, las que aquí presentamos fueron improvisadas, y volcadas al papel inmediatamente después, y que las de la segunda mitad fueron redactadas ese año {1916} en las vacaciones de verano, en Salzburgo, y pronunciadas con fidelidad literal en el invierno siguiente. Agrega que en esa época todavía poseía una memoria fonográfica, ya que por más que sus conferencias fueran preparadas con sumo cuidado, las pronunciaba directamente, sin leerlas y por lo común sin utilizar anotaciones. Hay acuerdo general acerca de su técnica de conferenciante: nunca era retórico y su tono era el de una conversación tranquila e incluso íntima. Pero no debe suponerse por ello que fuera descuidado o desordenado. Sus conferencias tenían casi siempre una forma definida -cabeza, cuerpo y cola- y a menudo podían dar al oyente la impresión de poseer una unidad estética.
Se ha dicho (Reik, 1942, pág. 19) que a Freud le disgustaba dar conferencias; pero es difícil conciliar esto, no sólo con la cantidad de conferencias que dictó en el curso de su vida, sino con el hecho de que una proporción notablemente alta de su obra impresa tiene la forma de conferencias. Sin embargo, hay una explicación posible para esta incoherencia. El examen muestra que las obras que aparecen bajo esa forma son sobre todo las expositivas: por ejemplo, la temprana conferencia sobre «La etiología de la histeria» (1896c), otra algo posterior «Sobre psicoterapia» (1905a), y también, por supuesto, las Cinco conferencias dictadas en Estados Unidos (1910a) y la presente serie. Pero más allá de esto, cuando muchos años después Freud emprendió una exposición de los últimos desarrollos de sus puntos de vista, volvió a vertirlos -sin motivos evidentes- en forma de conferencias, y publicó sus Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (1933a), aunque nunca hubo posibilidad de dictarlas como tales. De modo que, evidentemente, la conferencia, como método de exponer sus opiniones, le atraía, pero sólo bajo una condición: él tenía que mantener un contacto vívido con su auditorio, ya fuera este real o supuesto.
Los lectores de este tomo notarán cómo Freud conserva de continuo este contacto: cómo pone regularmente objeciones en la boca de sus oyentes y cuán frecuentes son las discusiones imaginarias entre ellos y él. En realidad, Freud trasladó este método de presentar sus puntos de vista a obras que no son en absoluto conferencias: ¿Pueden los legos ejercer el análisis? (1926e) y la mayor parte de El porvenir de una ilusión (1927c) tienen la forma de diálogos entre el autor y un oyente crítico. Al contrario de lo que suponen ciertas nociones equivocadas, Freud se oponía totalmente a presentar sus puntos de vista de una manera autoritaria y dogmática: «Yo no se los quiero comunicar», dice a su auditorio; «prefiero que lo colijan ustedes mismos». Las objeciones no debían ser acalladas, sino planteadas abiertamente y examinadas. Y esto, después de todo, no era más que una extensión de una característica esencial en la técnica del mismo psicoanálisis.
Las Conferencias de introducción al psicoanálisis pueden considerarse con justicia como un inventario de los puntos de vista de Freud y de la posición del psicoanálisis en la época de la Primera Guerra Mundial. Las secesiones de Adler y Jung eran ya historia pasada, el concepto del narcisismo databa de varios años atrás, el célebre historial clínico del «Hombre de los Lobos» había sido escrito (con excepción de dos pasajes) un año antes de que comenzaran las Conferencias, aunque se publicó después. También la gran serie de artículos «metapsicológicos» sobre aspectos fundamentales de la teoría había quedado terminada pocos meses antes, aunque sólo tres de ellos estaban publicados. (Dos más se publicaron poco después de las Conferencias, pero los siete restantes desaparecieron sin dejar huellas.) Estas últimas actividades (y, sin duda, también la preparación de estas Conferencias) se vieron facilitadas por la disminución del trabajo clínico de Freud, impuesta por la guerra. Aparentemente se había alcanzado una divisoria de aguas y parecía llegado el tiempo para hacer un alto. Pero en realidad se estaban gestando nuevas ideas creativas, que habrían de ver la luz en Más allá del principio de placer (1920g), Psicología de las masas y análisis del yo (1921c) y El yo y el ello (1923b). Por cierto, no debe trazarse una línea demarcatoria demasiado nítida. Ya pueden detectarse aquí, por ejemplo, indicios de la noción de «compulsión de repetición», y son evidentes los comienzos del análisis del yo, mientras que las dificultades respecto de los múltiples sentidos del término «inconciente» están allanando el camino para la nueva versión estructural de la psique.
En su «Prólogo» a estas Conferencias, Freud habla algo despectivamente acerca de la ausencia de novedad en su contenido. Pero nadie, por familiarizado que esté con la literatura psicoanalítica, corre el riesgo de aburrirse al leerlas, ni dejará de encontrar en ellas muchas cosas que son inhallables en otra parte. Las elucidaciones sobre la angustia (25ª conferencia) y sobre las fantasías primordiales (24ª conferencia) -que el mismo Freud destaca, como material nuevo, en su «Prólogo»- no son las únicas que podría haber mencionado. El resumen del simbolismo, en la 10ª conferencia, es probablemente el más completo que haya producido. En ningún otro lugar ofrece una síntesis tan clara de la formación de los sueños como en las páginas finales de la 14ª conferencia. No hay comentarios más lúcidos sobre las perversiones que los ofrecidos en las conferencias 20ª y 21ª. Por último, el análisis de los procesos de la terapia psicoanalítica, en la 28ª conferencia, no tiene parangón. Y aun allí donde los temas parecerían muy trajinados (p. ej., el mecanismo de las operaciones fallidas y de los sueños), se los aborda desde direcciones inesperadas, arrojando nueva luz sobre lo que podría haber resultado un terreno deprimentemente familiar. Las Conferencias de introducción al psicoanálisis se han hecho cabales merecedoras de su popularidad (ver nota).
James Stracheyy
nota topsylac: Hemos puesto híperlinks a los autores, en el caso del hombre de los lobos pusimos nuestra traducción de las notas sobre seminario de Jacques Lacan sobre el tema.
Prólogo. [1917]
Lo que aquí doy a la luz como «Introducción al psicoanálisis» de ninguna manera quiere entrar en competencia con las exposiciones de conjunto ya existentes sobre este ámbito del saber: las de Hitschmann (1913), Pfister (1913b), Kaplan (1914), Régis y Hesnard (1914) y Meijer (1915). Es la reproducción fiel de las conferencias que dí [en la Universidad] en los dos cursos de invierno de 1915-16 y de 1916-17 ante un auditorio mixto de médicos y legos de ambos sexos.
Todas las peculiaridades del libro que puedan resultar llamativas a sus lectores se explican por las condiciones de su génesis. No era posible conservar en la exposición la fría calma de un tratado científico: más bien el orador debía proponerse mantener la atención de los oyentes a lo largo de una conferencia de casi dos horas. El cuidado por el efecto del momento hizo inevitable que un mismo asunto se tratara repetidas veces; por ejemplo, primero en el contexto de la interpretación del sueño y después en el de los problemas de la neurosis. El ordenamiento del material determinó también que muchos temas importantes, como el del inconsciente no pudieran estudiarse exhaustivamente en un pasaje único, sino que debieran retomarse una y otra vez para volver a abandonarlos hasta que se presentaba una nueva ocasión de aportar algo a su conocimiento.
Quien esté familiarizado con la literatura psicoanalítica hallará en esta «Introducción» muy poco que no pueda serle conocido ya por otras publicaciones, más detalladas. No obstante, la necesidad de redondear y de resumir el tema obligó al autor en algunas secciones (la etiología de la angustia, las fantasías histéricas) a echar mano de un material que hasta entonces había retenido.
Viena, primavera de 1917
Prólogo a la traducción al hebreo [1930].
(Ver nota:[La traducción al hebreo fue publicada por Verlag Stybel en Jerusalén, en 1930.])
Estas conferencias fueron pronunciadas en 1916 y en 1917. Respondían con bastante fidelidad al estado en que se encontraba entonces la joven ciencia, y abarcaban más de lo que enunciaba su nombre. No sólo ofrecían una introducción al psicoanálisis, sino también la mayor parte del contenido de este último. Naturalmente, hoy ya no es así. En el ínterin, la teoría ha hecho progresos y se han agregado piezas importantes, como la descomposición de la personalidad en un yo, un superyó y un ello, una profunda modificación de la doctrina de las pulsiones e intelecciones sobre el origen de la conciencia moral y del sentimiento de culpa. Por tanto, las conferencias quedaron en alto grado incompletas; sólo ahora tienen realmente el carácter de una mera «introducción». Pero, en otro sentido, tampoco han sido superadas ni están envejecidas. Lo que comunican, exceptuadas unas pocas modificaciones, se sigue creyendo y enseñando todavía en las escuelas psicoanalíticas.
Al público lector de hebreo, y en particular a los jóvenes afanosos de saber, este libro les entrega el psicoanálisis en el ropaje de aquella antiquísima lengua que ha sido llamada a nueva vida por la voluntad del pueblo Judío. El autor sabe bien del ímprobo trabajo que debió realizar el traductor. No puede tampoco acallar esta duda: ¿Habrían hallado comprensibles estas conferencias Moisés y los profetas? Pero a sus descendientes -entre los cuales se cuenta el propio autor-, a quienes está destinado este libro, les ruega que no se abandonen a una reacción de rechazo siguiendo los primeros impulsos de crítica y disgusto. El psicoanálisis aporta tantas cosas nuevas, y entre ellas tantas que contradicen opiniones consabidas y sentimientos hondamente arraigados, que no puede menos que provocar oposición al comienzo. Pero si uno suspende el juicio y deja que el psicoanálisis como un todo lo impresione, quizá llegue a la convicción de que aun eso nuevo indeseado merece conocerse y es indispensable si se quiere comprender el alma y la vida de los hombres.
Viena, diciembre de 1930
nota topsylac: continuará, tanto el tratamiento hípertextual de esta página, como la continuación del escrito freudiano.