viernes, 24 de mayo de 2013

Jacques Lacan "La esquizia del ojo y de la mirada"


Clase 6. Seminario XI.
"La esquizia del ojo y de la mirada""
Jacques Lacan
19 de Febrero de 1964

nota: este texto a continuación es mi traducción al castellano de la clase del 19 de febrero de 1964 de Jacques Lacan según la versión francesa de Staferla de los seminarios de Lacan. Nuestros comentarios van en este color verde, lo demás corresponde a STAFERLA. 

Continúo tratando de llevarlos a la función,
en nuestro descubrimiento analítico de la repetición.
Tiendo a señalarles que esta no es la noción 
fácil de concebir en el acceso, 
en la práctica que le damos.

Wiederholung, les he dicho -y ya les he dicho bastante sobre ello - 
para acentuar lo que ella implica...
                 en la referencia etimológica "halar", de nuevo.
....lo que implica de connotación fatigante.

Halar, "tirar". ¿Tirar qué? 

Tal vez, jugando con la ambigüedad de la palabra "tirar" en 
francés, "tirer au sort" (sortear). Ese Zwang [ dificultad ]  nos dirigiría 
entonces hacia el naipe obligado y 
después de todo  -si no hay más que un sólo naipe en el juego, 
¡no puedo tirar otro!-.

El carácter de conjunto...
                en el sentido matemático del término, 
...que presenta la batería significante...
               que la opone por ejemplo a la indefinidad del número 
               del número entero, 
... puede permitirnos concebir un esquema donde esta 
función del naipe obligado se aplica en seguida. 

Si el sujeto es el sujeto del significante  -determinado 
por él- se puede imaginar la  red sincrónica 
tal que da, en la diacronía, efectos preferenciales

Entiendan bien que no se trata ahí de efectos 
estadísticos imprevisibles, sino que es la estructura 
misma de esa red la que implica los retornos. 

Es allí, la noción que tiene para nosotros..., 
                a través de la elucidación de lo que 
                llamamos las "estrategias", 
.... Es allí, la figura que toma para nosotros el αύτόματον 
[ automaton ]  de Aristóteles. Y además, es por automático que 
traducimos ese Zwang de la Wiederholhungzwang
Zwang: la compulsión de repetición.

Más adelante les proporcionaré los hechos que 
sugieren que en el hecho, en un hecho observable, 
en ciertos momentos de este monólogo infantil
imprudentemente, falsamente calificado de egocéntrico
que son juegos propiamente sintácticos...
                 Se los repito: les mostraré 
                 esto más tarde allí de donde esto ha dependido
                 particularmente, ingeniosamente
.... y entonces (estos juegos) dependen del campo que llamamos pre-consciente,
que forman, por así decirlo, el lecho de la reserva inconsciente...
                "reserva" a entender en el sentido de reserva de indios
....en el interior  de la red social.

La sintaxis, por supuesto, es pre-consciente. Pero lo que 
escapa al sujeto es que su sintaxis está constituida 
en relación con ciertas reservas inconsciente

En el efecto de rememoración digamos....
                memorialización insitía yo más precisamente
....que consiste para el sujeto en relatar su historia, 
actúa allí -latente- lo que gobierna a esta sintaxis
para avanzar, para tornarse cada vez más ceñida. 
¿Ceñida con respecto a qué?, a lo que Freud, desde el principio 
de su descripción de la resistencia psíquica, 
nos nombra como un "núcleo".

Que ese "núcleo" se presenta primero como refiriéndose
a algo "traumático" no es más finalmente, 
más que una aproximación. 

Es claro que en principio preciso 
que distingamos la resistencia del sujeto de esta primera 
resistencia del discurso, cuando este procede en el sentido 
de ceñimiento alrededor del núcleo. 

Pues (la expresión) "resistencia del sujeto" no implica que por mucho que 
supongamos allí un "yo -moi-", que al acercarse a ese nudo 
no sea algo de lo que podamos estar seguros 
de que su calificación de "yo -moi-" esté todavía fundada.

Ese núcleo, se los he dicho, nos aparece inicialmente
como debiendo ser designado como perteneciente a lo real - a lo real en tanto 
que la identidad de percepción es su regla.  

En el límite se basa en lo que Freud...
             cuando lo articula, lo enuncia
...llega hasta señalar como una especie 
de exacción que nos asegura que estamos 
en la percepción por la sensación de realidad
que lo autentifica. 

¿Qué quiere decir si no es -del lado del 
sujeto-, eso se llama el despertar?.

Y es lo que traté....
             Yo se los recuerdo para aquellos para quienes mi discurso
             de la vez pasada no les fue suficientemente indicante, determinante
.... es la razón por la que vuelvo a decir que si 
la vez pasada fue en torno a ese sueño (del capítulo séptimo de La interpretación de los sueños) 
que comencé a abordar aquello de lo que se trata en 
la repetición, fue porque (la elección de) ese sueño tan clausurado, 
tan cerrado, 
           tan doble y triplemente  cerrado que es, 
          puesto que no está analizado 
.... no es aquí indicativo sino por la elección que 
de él hizo Freud desde el momento que de lo que se trata es
del proceso del sueño en su resorte último.  

La realidad  que determina el despertar ¿es 
el ligero ruido contra el que  se mantiene el imperio, 
del sueño y del deseo? o ¿es más bien alguna otra cosa 
que se expresa en el fondo de la angustia de ese sueño 
a saber, lo más íntimo de la relación del padre 
con el hijo, que viene a surgir no tanto en esa muerte,
por así decirlo, sino en su más allá, 
en lo que es del más allá, de ese hecho en su sentido 
de, destino?.

Yo digo que algo está representado por lo que ocurre 
"como por azar" cuando todo el mundo duerme, a saber:
                    -.  el cirio que cae,

                   -.  y el fuego en la mortaja, 

Allí está la misma relación....
              del acontecimiento sin sentido, del accidente,  de la mala suerte
              a eso de lo que se trata de punzante, en el sentido, 
              aunque velado, que hay en ese: 

                        "Padre, ¿no ves que estoy ardiendo?"

...Existe la misma relación entre uno y otro, 
que en con lo que nos encontramos:
en una repetición. que para nosotros se figura en
la denominación de "neurosis de destino" de "neurosis de fracaso"

Lo fallado no es la adaptación,  
sino τύχη [ tyche ]el "encuentro".

Digamos al pasar que lo que Aristóteles formula...

                 -. que la τύχη [ tyche ] se define por el no poder llegarnos 
               más que de un ser capaz de elección, προαίρεσις[ proairesis[1]



[1]    la proairesis (deseo deliberativo) : la proairesis implica un quiasme intelecto/deseo. En el deseo, hay espontáneamente (automáticamente, en el sentido del automaton) continuación y fuga. Pero las disposiciones (exeis) son susceptibles de elogio o de culpa, y la virtud moral es una disposición capaz de elección. El horizonte de deseo encuentra entonces una clarividencia (una vigilancia) gracias a la proairesis. En el « pro » de proairesis, se puede entender la previsión, la prevención, la previdencia (en todos los sentidos del término). Proairesis significa entonces, el deseo clarividente, previdente, de ahí una temporalización del deseo, que contempla el palmo de su objetivo.
Le solo deseo sería "inmediación hacia...."

                 -. que la τύχη [ tyche ]   –buena o mala fortuna, no podría 
              llegarnos de un objeto inanimado, o de  un animal

... aquí se encuentra controuvé [ desmentido, invalidado ] :
el accidente mismo de ese sueño ejemplar nos lo representa. 

Seguramente. Aristóteles señala en este punto el mismo límite que lo detiene 
al borde de las formas extravagantes, monstruosas de la conducta sexual, 
las que él no sabría calificar sino como τερατῶδες [ teratodes ], monstruosidades.

El lado cerrado de la relación entre el accidente, que 
se repite, y ese sentido velado, que es la verdadera "realidad" 
y que nos conduce hacia el Trieb, la pulsión, es el que 
nos proporciona la certeza de que hay otra cosa
para nosotros en el análisis, que es la desmitificación de ese artefacto 
del tratamiento que se llama "la transferencia" 
para llevarla a lo que llamamos "la realidad"
supuestamente muy simple "de la situación".  

No parece que un valor ni siquiera propedéutico,
posea esta dirección que se indica
en esta reducción a la actualidad, por así decirlo,
de la sesión o de la serie de sesiones,
que no hay en ello más que una coartada de despertar, que (el concepto) justo de repetición debe ser
obtenido en otra dirección, una que no podemos
confundir con el conjunto de los efectos de la transferencia,
pero que será justamente nuestro problema cuando
abordemos la función de la transferencia:
¿cómo la transferencia puede conducirnos  al corazón de la repetición?   

Por ello es necesario que fundáramos,
que insertáramos, esta repetición en esta esquizia (schize) misma
que se produce en el sujeto con respecto al encuentro,
en esta dimensión característica del descubrimiento
analítico y de nuestra experiencia (analítica), que nos hace
aprehender, concebir lo realen su incidencia
dialéctica–,como originalmente inoportuno y,
comprender en qué es por allí que se encuentra (que resulta ser)
lo más cómplice de la pulsión en el sujeto.

Término al que llegaremos de último,
porque sólo este camino recorrido podrá hacernos concebir
de qué da la vuelta (retorna), radicalmente, en la pulsión.

Ya que, después de todo:
            -  ¿por qué la escena primitiva es tan traumática?
            -  ¿por qué se da siempre; o demasiado pronto o demasiado tarde?
            -  ¿Por qué recibe allí el sujeto o demasiado placer....
                        -al menos es así que hemos
                         concebido primero la causalidad traumática del obsesivo-
                 .... o demasiado poco, como en la histérica?
            -  ¿Por qué no despierta en seguida
                el sujeto, si es cierto que es tan profundamente libidinal?
            -  ¿Por qué el hecho es aquí tan δυστυχία [ dustuchia ][1] dystychia?



[1]   Dustuchia : encuentro desafortunado, « desencuentro» de lo real, con relación a la eutuchia: encuentro afortunado.
nota nuestra: una mayor explicación de este término que proviene de Aristóteles, de su ética, se encuentra aquí

         -   ¿por qué estamos así forzados a recordar que
            la pretendida maduración de los llamados "instintos" está
            de algún modo amarrada (transfilée), traspasada (transpercée), trasfijada (transfixée)
            de lo "tíquico -tychique-" yo diría de la palabra τύχη [ tuché ] tyche?

¿Acaso por supuesto, lo "tíquico -tychique-" es una noción opaca?
Puede abrirnos el sentido de lo que sería su resolución?
Y no debemos menos exigir antes de concebir
lo que podría ser la satisfacción de una pulsión.
Por el momento, nuestro horizonte es lo que aparece
de facticio en la relación fundamental con la sexualidad.  Se trata en la experiencia de que si la escena primitiva es traumática, no es la que sostiene las modulaciones de lo analizable, sino un hecho ficticio (factice), en la relación fundamental con la sexualidad.

Aquello de lo que se trata en la experiencia analítica,
es bien partir de esto:
que así como la escena primitiva es traumática,
no es la empatía sexual lo que sostiene las
modulaciones de lo analizable, es un hecho ficticio (factice)
como el que aparece en la escena tan ferozmente 
seguida en la experiencia del Hombre de los lobos:
la extrañeza de la desaparición y de la reaparición del pene. 

Entonces, que quede bien entendido que es sobre lo que
quise articular las cosas la vez pasada,
se trataba de señalar dónde está esta esquizia del sujeto.

Esta misma que, después de todo, después del despertar, persiste,
entre el retorno a lo real, la representación del mundo por fin, pies en tierra....
      los brazos en alto, "¡qué desgracia!, ¡qué ha ocurrido!, ¡qué error!, 
      ¡qué idiota, ése, que se puso  a dormir!"
.....y la conciencia que vuelve a tramarse, que se sabe que vive todo eso,
digamos como una pesadilla, pero que, sin
embargo, se agarra a si misma:

"yo soy quien vive todo eso, no necesito pellizcarme para saber que no sueño..."

Y esta esquizia no está ahí aún sino representando la otra
más profunda, y que se elude en ese situar
esta esquizia que en el sueño revela al sujeto
en esta maquinaria del sueño, la imagen del hijo
que se acerca con esa mirada llena de reproche,
y por otra parte, eso (lo que causa y) en lo que el sujeto cae:

       -  invocación; voz del niño,
       -  solicitación de la mirada:  "Padre, ¿no ves...?"

Es por lo que es ahí que...
      -libre como soy de proseguir,
      en  el  camino  al que los conduzco, la vía
     por el tiempo que me parece el  mejor
.... aquí me parece que se indica....
     -pasando  mi  aguja curva a través de la tapiz-seria (tapis-serie),
.... de saltar del lado en el que se plantea la cuestión más
urgente, y en primer lugar de ofrecerse como objeto,
como objeto de debate, como encrucijada, entre nosotros y todos
los que intentan pensar el camino del sujeto.

A saber:
     - Si este camino....
               en tanto que es ubicación,
             búsqueda de la verdad,
... es a buscar en nuestro estilo de aventura,
con su "traumatismo", reflejo en cierta forma,
de esta facticidad (facticité) [1]



[1]   Véase la articulación entre factice, (ficticio, apariencia artificial) y facticité, facticidad. el primero tiene el sentido de aquello que no es natural, que es forzado, que simula. el segundo es el término filosófico creado por Fichte para designar todo lo que  es dado sin razón. es el término que retomado por Sartre, Heidegger, Camus hace análisis de lo dado en llamar existencia: la facticidad de la existencia expresa ese hecho de que nuestra existencia es injustificable, incomprehensible en sí misma.  El carácter de lo que existe a titulo de hecho contingente, pero que es difícil de justificar ontológicamente.  La muerte no se distingue de ningún modo del nacimiento y es la identidad del nacimiento y de la muerte, lo que llamado facticidad, dice Sartre en el Ser y la nada, 1943. Lejos de que la muerte sea mi posibilidad propia, es un hecho contingente que, como tal, se me escapa por principio y resurge originalmente en mi facticidad, dice J. Vuillemin, en el Ser y el Trabajo, 1949.  sea.  La facticidad de la existencia se reduce a dos características fundamentales: 1. que somos dados a nosotros mismos, nacidos antes de tomar conciencia de nosotros mismos, descubrimos nuestra existencia como un hecho que sólo puede constatarse y no explicarse.  2. que somos libres de orientar nuestra existencia en tal o tal dirección, no hay ley, no hay destino que nos haya sido dado de antemano y que rigiera nuestra vida de forma necesaria. 

- o si es que hay que ir a buscarlo allí donde la tradición desde
siempre lo ha localizado, a nivel de la
dialéctica de lo verdadero y de la apariencia, tomada al comienzo
de la percepción, en lo que ella tiene de
fundamentalmente "idéico"[1], más estético en
cierta forma, y acentuado por un centraje visual.



[1]   idéique: en psicoanálisis, que contiene, conteniendo ideas.  

No es aquí simple azar ...
         -referido al orden de lo puro "tíquico -tychique-"
... si esta semana está a su alcance,
dada su aparición, el libro, -póstumo-, de nuestro amigo
Maurice Merleau-Ponty sobre Lo invisible y lo visible.

Aquí se expresa, encarnado, lo que constituía la alternancia
de nuestro diálogo.

Y no tengo que evocar algo lejano para  acordarme
del Congreso de Bonneval, en el que su intervención se dirigía, para nosotros,
a lo que era su camino, el que
justamente se ha roto en un punto de la obra,
a la que no deja menos en un estado de acabamiento,
prefigurado....
          y se prefigura en principio,
.....en este trabajo devoto que debemos a
Claude Lefort, al que quiero rendir aquí homenaje
por la clase de perfección a la que, en una transcripción larga y difícil,
creo que ha llegado.

Este "visible" y este "invisible" que, para nosotros, puede en
cierto modo, señalar el momento de llegada de algo que llamé "la tradición filosófica" en esta
búsqueda de lo real....
          -esta tradición que empieza en Platón con
           esta promoción de la idea, de la que podemos decir que ella se
           determina de un inicio tomado en un mundo estético,
           de un fin, de un objetivo dado al ser concebido como "Soberano Bien",
           alcanzando así una belleza que es también su límite.
.... en algo de lo que, seguramente, y no es precisamente por
nada que Maurice Merleau-Ponty reconoce en ello
el rector[1] en el "ojo".



[1]    Recteur : rector, el que dirige.
  
El primer esbozo de este trabajo no es dado en un artículo que él tituló El ojo y el espíritu
En el progreso que ustedes encontrarán en esta obra,
de la que se puede decir a la vez terminal e inaugurante,
en Lo visible y lo invisible, título de esta obra,
descubrirán una evocación y un paso adelante en la vía,
en la traza, de lo que antes había formulado para nosotros,
su Fenomenología de la percepción.

A saber la regulación de la forma como debiendo ser invocada
en el nivel determinante de lo que...
            en la medida en que progresaba el pensamiento filosófico, 
....había sido empujado hasta ese extremo que había terminado
por constituir para nosotros, cuestión pregnante, del vértigo,
del peligro, de la interrogación siempre inminente
que se manifestaba en el término idealismo

"¿cómo nunca hacer incorporarse ese forro 
que pasaba a ser la representación, a lo que es supuesta recubrir?" 

La Fenomenología remitiéndonos a esta  regulación 
de la forma a la cual, no sólo el ojo del sujeto
preside, sino toda su espera, su asidero (prise), su emoción, diría, no sólo muscular sino también visceral; en una palabra, su presencia constitutiva, enfocada en lo que se llama una intencionalidad  total, la del sujeto.

Aquí, Maurice Merleau-Ponty da ahora el paso siguiente,
en cierta forma, forzando los límites de esta
 misma fenomenología, y es a través de las vías que
no describiré aquí, porque es a otro campo al
que quiero llevarlos y del que les señalaré
enseguida la incidencia muy particular.

Pero tengo en cuenta que la parte fundamental:
su recordatorio y las vías por donde los conducirá,
no pertenecen tan sólo al orden de lo visual,
sino que, lo verán, de la interrogación
y de la dialéctica recordándonos por lo tanto....
                  es el punto esencial
..... recordándonos la dependencia de lo "visible" en relación con
lo que nos coloca esencialmente bajo el ojo del vidente.

Aún así es demasiado decir, puesto que este "ojo" no es
más que una metáfora, algo que más bien llamaría,
en cierto modo, "el brote [la pousse]" del vidente
algo de antes de mi ojo.

Y es que se trata de cercar, por las vías del camino
que él nos indica, es en cierta forma
la preexistencia de una mirada:

no veo más que desde un punto, pero en mi existencia soy mirado desde todas partes.

Ese "ver" al que estoy sometido de una manera original,
es lo que debe conducimos a lo que parece bien
la ambición de esta obra, a una suerte de
revocación (retournement) ontológica, cuyas leyes, las bases, deberían reanudarse en una más primitiva institución de la forma.
Esta es para mi la ocasión de definir, de recordar
lo que seguramente, en mi discurseo, no está (n'est pas).

Un tal....
       de aquellos que desde mis Escritos me ha seguido bastante
        como para revisar lo que contiene tal nota
....de decir que parezco proseguir el deseo particular de la búsqueda de un estatuto ontológico del psicoanálisis sobre los fundamentos de una coherencia filosófica desde donde todo aspecto del freudismo debe de re-interpretarse,  aquel que se tiene por costumbre calificar de "naturalismo"

A pesar de los callejones sin salida a donde puede parecer conducir,
su mantenimiento parece indispensable, ya que esta
perspectiva representa una de las raras tentativas si no
la única para dar cuerpo a la realidad del psiquismo
sin sustantificarlo.

Ahora bien, por supuesto diría, tengo mi ontología -¿por qué
no?- como todo el mundo tiene una, a nivel de una
filosofía, sea ella ingenua o elaborada.

Pero de seguro, lo que intento trazar en mi discurso...
           que si re-interprete el de Freud, no está
           menos esencialmente centrado en la
           particularidad de la experiencia que él traza-
... es justamente algo que no tiene en modo alguno
la pretensión de recubrir el campo entero
de la experiencia en que él viene a constituirse.

Incluso lo que, puede estar, en este entredós, este hueco, que nos
abre la aprehensión del inconsciente, este entredós,
se los he dicho...
       y es por eso que lo he acentuado
        al comienzo de mi discurso este año
... este entredós sólo nos interesa en tanto que
nos es designado, por la consigna freudiana, como
eso de lo que el sujeto, como tal, ha de tomar posesión.

Y él no puede tomar posesión sino en estas
líneas de partida, aquellas precisamente donde él se cierne
como sujeto esquiquiciado (schizé).

Lo que nos interesa aquí, en el interior de este campo
         en el que  Maurice Merleau-Ponty, por otra parte  más o
         menos polarizado por los hilos de nuestra experiencia,
         va a presentarnos el estatuto ontológico
... eso sera aún algo que se pre-sentara
en este campo, por sus incidencias, por su  objetivo,
el más ficticio (factice) diría, incluso el más caduco.

Y la esquizia que nos interesa no es esta
distancia que hay de las formas...
           para nosotros, impuestas por el mundo
.... hacia la que la intencionalidad de la experiencia fenomenológica
puede dirigirnos en su apertura esencial,
y los límites que vamos a encontrar allí
en la experiencia de lo visible.

No es entre lo invisible y lo visible que vamos a tener que pasar,
es en ese algo que podremos quizá,
también nosotros, calificar de "mirada",
pero de lo que van a ver que no se nos presenta
más que bajo la forma de una extraña contingencia,
ella misma simbólica de lo que encontramos en el horizonte
y como tope de nuestra experiencia; a saber,
la carencia constitutiva de la angustia de la castración.

El ojo y la mirada, tal es para nosotros la esquizia ...
            en la que se manifiesta la pulsión
...que nos representa, en esta empresa del sujeto
que es la nuestra, al nivel del campo escópico.

Es a lo cual vamos a referirnos, es a esto que hace que en nuestra relación con las cosas...
           - tal como es constituida
           - tal como progresa por este camino de la visión
             que nos ordena las cosas en las figuras de la representación,
... algo se desliza, pasa, se transmite de piso en piso
para estar siempre en ella en algún grado elidido, y que se llama la mirada.

Para abordarla, que ustedes lo noten, hay más
de un camino.  Lo imaginaré yo, como en su extremo,
con uno de los enigmas que nos presenta la referencia a la naturaleza,
no se trata de nada menos que de los  fenómenos  llamados del "mimetismo".
Sobre este asunto, ya lo saben, se han dicho muchas cosas,
y ante todo muchas absurdas.

La idea de que los fenómenos del "mimetismo" puedan ser
explicados por un fin de adaptación.
No tengo más que remitirles, entre otras, a una pequeña
obra que muchos de ustedes
sin duda conocen, la de Caillois titulada
Méduse et compagnie[1]


[1]   Roger Caillois : Méduses et compagnie, Gallimard 1960.,

en la que estas cosas son criticadas de una manera particularmente perspicaz.

Allí ven cuán frágiles son las
referencias adaptativas, al menos en el sentido de una
selección donde no se ve bien no solamente cómo
habrían podido operar ellas, si no es dejando
el problema entero,a saber que para ser eficaz,
la mutación determinante del mimetismo, en el insecto
por ejemplo, no puede realizarse más que de golpe y en el comienzo,
pero también que sus pretendidos efectos selectivos
son aniquilados por la experiencia que muestra que en
los pájaros predadores en particular,
quiero decir en su estómago, se encuentran tanto insectos
supuestamente protegidos por algún mimetismo como insectos que no lo son.

Pero tan el problema no está allí.
El problema más radical, el más propio
del mimetismo, si tanto debernos atribuirlo a
alguna potencia formativa asignada al organismo
que nos muestra en sus manifestaciones,
es que convendría en primer lugar
que pudiésemos llegar a concebir por
qué circuitos esta fuerza orgánica
podría encontrarse en posición de "vidente -indicador-", no
solamente sobre el propio cuerpo que se trata de mimetizar,
sino [ también ]  su relación con el medio en el cual se trata:
           - sea que se distinga de éste,
        - sea por el contrario que se confunda con éste.

Y dicho de otro modo, como lo recuerda con mucha
pertinencia, incluso elegancia, Caillois, darse cuenta
que por tal o tal forma del mimetismo y más
especialmente las que pueden evocarnos su
relación con la función de los ojos, a saber los ocelos, (leer)
se trata quizá de comprender que ¿si los ocelos
impresionan -es un hecho que lo hacen-
 el predador o la víctima presume que viene a
mirarlos, es decir que sea por su semejanza con los ojos, o que los ojos no son fascinantes sino por 
su relación con la forma de los ocelos?
Dicho de otro modo, ¿debemos a este respecto....
           lo que parece en efecto imponerse
.....distinguir la función del ojo de la función de la mirada?

De lo que se trata aquí, en este ejemplo distintivo y,
escogido como tal -por su localidad, por su facticidad,
por su carácter excepcional- es que justamente
en su distinción, en el hecho de que, en lo concerniente a lo
que, para nosotros, formula la pregunta de las formas del mundo,
no es más que una pequeña parte, no es más que una función distinguida,
específicamente la de, digamos la palabra, de "la mancha".
Es con esto mismo que nos sugiere
-este ejemplo precioso- con el que nos lleva, nos señala
la anterioridad, la preexistencia en lo visto de un dado-a-ver.

No hay ninguna necesidad de referirse a no sé
qué suposición sobre la existencia de un "vidente universal".
porque también  si la función de la mancha es reconocida
en su autonomía -ella nos sugiere-
lo importante para nosotros en el campo de nuestra experiencia, es...
          e identificada en su origen la función
        de "la mancha" como tal con la de la mirada,
... de buscar su rastro, el hilo, la huella, en todos
los niveles en que se producen las capas de una
constitución del mundo en un campo escópico,
para darnos cuenta de que esta función de "la mancha"
y de la mirada juega allí como siendo a la vez, lo que
la gobierna más secretamente y lo que allí escapa
siempre más o menos,  a la captación de esta forma de
la visión que se satisface  consigo   misma,  imaginándose
como conciencia.

Eso en lo que la conciencia puede volverse
sobre sí misma y captarse allí...
           al igual que La joven Parca de Valéry[1] "viéndose verse"



[1]    Paul Valéry : La jeune Parque, Gallimard, Coll. Poésie Gallimard, p.18 :
Toute ? Mais toute à moi, maîtresse de mes chairs,
Durcissant d'un frisson leur étrange étendue,
Et dans mes doux liens, à mon sang suspendue,
Je me voyais me voir , sinueuse, et dorais
De regards en regards, mes profondes forêts.

¿Toda? Pero toda en mi, maestra de mis carnes,
Endureciendo de un escalofría su extraña amplitud,
T en mis suaves lazos, a mi sangre suspendida,
me veía verme, sinuosa, y doraba
de miradas en miradas, mis profundos bosques. 

... representa un escamoteo, una ambigüedad.

Allí se opera una evitación de la función de la mirada.

Y para emplear un término que es aquel en el que ella
se garantiza, término de evidencia tomado del dominio visual,
que ella nos permite devolver la palabra por un juego de
palabras, y decir que esta falsa evidencia que hay en ese
"viéndose verse" con el que se afecta la consciencia,
no representa sino un evitamiento, que se opera allí
de la función de la mirada.

Es lo que necesita para situárnoslo,
buscarlo en todas las capas que acabamos
justamente de esbozar en cuatro términos,
en esta topología que la última vez,
a propósito de este sueño, nos hemos hecho:
de lo que aparece de la posición del sujeto en el
momento en que se abre para él, ese mundo al cual accede
en el sueño y sus formas imaginarias que le son
dadas por el sueño como:
       - opuestas a las de una otra estructura,
       - y determinadas por un otro horizonte en el estado de vigilia.
¿Acaso no podemos -guiados por estos indicios-
comenzar primero que todo a darnos cuenta
              -   que en este orden particularmente satisfactorio
                  para el sujeto que la experiencia analítica
                 ha connotado con el término narcicismo
                       - y en el que me he esforzado por reintroducir
                        la estructura esencial que tiene de su
                        referencia a la imagen especular a la imagen reflejada del cuerpo,
                        en lo que se difunde ahí de satisfacción, hasta
                        de complacencia, en la que el sujeto halla apoyo
                        para un desconocimiento tan fundamental-
... algo no entra, que nos muestra solamente hasta donde llega su imperio.
            -  que en esta referencia que es aquella donde
              el pensamiento ha establecido esta línea que llamo
              tradición filosófica, de nuestra búsqueda, en este lado
             que satisface, en esta plenitud re-encontrada por
             el sujeto bajo el modo de la contemplación,
             ¿acaso no podemos primero que todo captar también allí lo que
              hay justamente de eludido: la función de la mirada?.

Entiendo allí donde Maurice Merleau-Ponty nos lo puntualiza,
que somos seres mirados, por el espectáculo
del mundo. en lo que nos hace conciencia,
instituyéndonos, instaurándonos como speculum mundi.

¿Acaso no está oculta esta satisfacción de estar bajo esa mirada...
            - de la que hablaba hace un rato,
          siguiendo a Maurice Merleau-Ponty,
... esa mirada que nos cerca, y que nos convierte en primer lugar en seres mirados,
pero sin que se nos lo muestre?

El mundo, en este sentido, nos aparece -quiero decir
su espectáculo- como ommivoyeur.

Y es bien este el fantasma que encontraremos
en la perspectiva platónica de un ser absoluto,
al serle transferida como la calidad del omnividente,
pero al mismo nivel de la experiencia fenomenal
de la contemplación.

Este lado ommivoyeur es por supuesto aquel, después de todo,
de  la satisfacción de una mujer que se sabe mirada,
aunque con la condición de que no se lo mostremos.

El mundo es omnivoyeur, pero no es exhibicionista
          -no provoca nuestra mirada.

Cuando empieza a provocarla,
entonces empieza también la sensación de extrañeza.

¿Pero qué es esto, si no justamente la elisión de la mirada,
la elisión de esto que no solamente ello mira sino que ello muestra,
y en el campo del sueño, lo que caracteriza a
las imágenes oníricas es que ello muestra.

Ello muestra.....  pero ahí aún, alguna forma de elisión,
de deslizamiento del sujeto se demuestra.

Pues remítanse a algún texto de sueños cualquiera sea...
       y no sólo a aquél que utilicé la última vez, del que, después de todo,
       lo que voy a decir puede permanecer enigmático,
...sino a todo sueño vuelvan a colocarlo en sus
coordenadas y verán que en el sueño ese "ello muestra"
llega antes, de tal modo antes que las
características en las que se coordina...
       -a saber, la ausencia de horizontes, el cierre,
        de lo que es contemplado en el estado de vigilia,
        y, además, el carácter de emergencia, de contraste,
        esa suerte de mancha, colores más intensos-
...¿cuál es nuestra posición en el sueño si no, a fin
de cuentas, la de ser fundamentalmente la del que  no ve?.

El sujeto no ve a dónde conduce eso, sigue, si llega el caso
incluso puede distanciarse, decirse que es un sueño,
pero en ningún caso podría captarse en el sueño del mismo modo como, 
en el cogito cartesiano, se capta como pensamiento.

Puede decirse: -"No es más que un sueño".  Pero no se capta
como el que se dice: - "Pero, a pesar de todo, soy conciencia de ese sueño".

Tanto como TCHOANG-TSEU[1] sueña que es una mariposa.


[1]  Tchoang-Tseu : « Jadis, une nuit, je fus un papillon, voltigeant content de son sort. Puis je m'éveillai, étant Tchoang - Tseu. Mais suis-je bien le philosophe Tchoang-Tseu qui se souvient d'avoir rêvé qu'il fut papillon ou suis-je un papillon qui rêve maintenant qu'il est le philosophe Tchoang - Tseu ? »  

"Antes, una noche, fui una mariposa, volando contento de su suerte. Luego me desperté, siendo Tchoang-Tseu. ¿Pero soy yo entonces el filósofo Tchoang-Tseu que se acuerda de haber soñado que fue mariposa o soy una mariposa que sueña ahora que es el filósofo Tchoang-Tseu?  




¿Qué quiere decir  eso?
Quiere decir que él ve a la mariposa en su realidad
de mirada. Pues, ¿Qué son tantas figuras,
tantos dibujos, tantos colores? -sino ese claro dado a ver
gratuito, en el que se señala para nosotros la primitividad
de la esencia de la mirada?.

Es, por  Dios, una mariposa que no es muy
diferente de la que aterroriza al hombre de los lobos
-y Maurice Merleau-Ponty sabe bien su importancia, pues
nos la refiere en una nota no integrada a su texto. 

"Cuando Thoang-tseu se despierta, puede preguntarse si no es la mariposa quien sueña que él es Thoang-tseu.  Por otra parte, tiene razón, y doble:

               - en primer lugar porque eso es lo que prueba que no está loco, no se toma por                        
                    absolutamente idéntico a Thoang-tseu 
              - y, en segundo lugar, porque no cree que está diciendo bien. y más bien porque debía saber si bien: decir, a  
                   saber que efectivamente, es cuando era la mariposa que se captaba en cierta raíz de su identidad que él era, y en
                  su esencia es, esa mariposa que se pinta con sus propios colores-
                  - y es por ello, en su última raíz, que es  Tchoang-tseu.

Es que soñando ser una mariposa, habrá sin duda testimoniado más tarde que se representaba como 
mariposa, pero esto no quiere decir que es cautivado por la mariposa. Es mariposa capturada: pero
captura de nada pues en el sueño, él no es marimosa para nadie, y es cuando se despierta. 
                                        Quién es Tchoang-Tseu, para los otros
....quién fue tomado en la red para cazar mariposas." 

Es por esto que la mariposa puede, si no es Tchoang-Tseu sino el Hombre de los lobos, inspirarle el terror fóbico de reconocer allí en la pulsación...
                    que no está muy lejos de
                    la pulsación del rombo de la causación,
.... de la tachadura primitiva que marca su ser,
alcanzado por primera vez por el filo del deseo.

Hemos llegado al cabo de lo que me propongo
en lo que les diré la próxima vez, señalar mejor,
de introducirlos en esto que es lo esencial
de la satisfacción escópica, esa mirada que acabamos de captar
como pudiendo definir, en sí misma, este objeto (a) del
álgebra lacaniana donde el sujeto puede venir a caer (choir);
es que allí y por razones que son razones que estructuran,
esta caída del sujeto permanece desapercibida porque se reduce a zero.

A saber que es en la medida en que esa mirada,
en tanto que objeto (a)  puede llegar a simbolizar la carencia central
expresada en los fenómenos para nosotros terminales, tope de nuestra experiencia de la castración, y es justamente porque es un objeto (a) que se reduce a una función puntiforme, evanescente, por su propia naturaleza, que deja al sujeto en la ignorancia tan característica de todo el progreso del pensamiento en esta vía constituida por la investigación filosófica, de lo que hay más allá de la apariencia, que ha fallado siempre, el carácter clave del fenómeno entrevisto de la castración.


NOTA.
ESTE TEXTO QUE SIGUE NO SE ENCUENTRA EN LA VERSIÓN FRANCESA STAFERLA SINO EN LA VERSION CASTELLANA TRADUCIDA DE LA VERSION JAM
LOS SUBRAYADOS AQUÍ, SON NUESTROS.

Respuestas


 X. Audouard: -¡En que medida es preciso, en el análisis hacer saber al sujeto que se le mira, es decir, que uno está situado como el que mira en el sujeto el proceso de mirarse?

Lacan: -Volveré a tomar las cosas desde arriba diciéndoles que el discurso que mantengo aquí tiene dos objetivos, uno concierne a los analistas, el otro, a los que estén aquí para saber si el psicoanálisis es una ciencia.

El psicoanálisis no es ni una Weltanschauung, ni una filosofía que pretende dar la clave del universo.  Está gobernado por un objetivo particular, históricamente definido por la elaboración de la noción de sujeto.  Plantea esta noción  de una nueva manera, conduciendo al sujeto a su dependencia significante.

Ir de la percepción a la ciencia es una perspectiva  que parece harto evidente, en la medida que el sujeto no ha tenido mejor mesa de operaciones para la comprensión del ser.  Este camino es el mismo que sigue Aristóteles, recuperando a los presocráticos.  Pero es un camino que la experiencia analítica impone rectificar, porque evita el abismo de la castración.  Lo vemos, por ejemplo, en que la tyche no entra, si no bajo un aspecto puntiforme, en la teogonía y la génesis.

Aquí intento comprender cómo la tyche es representada en la toma visional.  Mostraré que es al nivel de lo que llamo la mancha donde se encuentra el punto tíquico en la función escópica.  Con lo cual decimos que el plano de la reciprocidad de la mirada y de lo mirado es, más que cualquier otro, propicio para el sujeto, a la coartada, Por tanto, convendría, por nuestras intervenciones en la sesión, no dejarlo establecerse en ese plano.  Por el contrario, seria preciso truncarlo de ese punto de mirada último, que es ilusorio.

El obstáculo que usted nota esta claramente allí para ilustrar el hecho de que conservamos una gran prudencia.  No decimos al paciente, a cada momento: -¡Ho la la! ¡qué mala cara tiene usted!, o: -El botón de arriba de su chaleco está desabrochado.  No es con todo por nada que el análisis no se realiza cara a cara.  La esquizia entre mirada y visión nos permitirá, como verán, añadir la pulsión escópica a la  lista de pulsiones.  Si uno sabe leerlo, se da cuenta de que Freud la coloca ya en primer plano en Las pulsiones y sus destinos, y muestra que no es homólogo a las otras.  En efecto, ella es la que elude más completamente el término de la castración.

FIN DE LA CLASE.

NOTA TOPSYLAC

TODOS NUESTROS TEXTOS ESTÁN SUJETOS A REVISIÓN. VUELVA POR LA PÁGINA CADA VEZ, QUIZÁ ENCUENTRE NUEVOS SENTIDOS, REFERENCIAS, APORTES EN FIN.
de ustedes,
Margarita Mosquera.
Itagui, Antioquia,
mayo 24 de 2013
tel: 2817046

viene de Constelaciones párrafos 1-2.
otras lecciones seminario XI. clase 5, version STAFERLA.