miércoles, 22 de mayo de 2013

Semblanza de D. Miguel de Unamuno.


Semblanza de D. Miguel de Unamuno.

(Por Eugenio Plaza) 
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     Se me pide que en diez minutos, quince como máximo, haga una semblanza de D. Miguel de Unamuno, semblanza que ha de ir pareja con las correlativas del resto de la Generación del 98. a orientación del conjunto es eminentemente literaria, pero yo no soy especialista, ni en literatura, ni en D. Miguel, lo que me sitúa en una posición de completa osadía. Sin embargo,  y dado lo mucho que se ha escrito sobre Unamuno, quiero convertir esa osadía en un humilde intento de cumplir lo que se me pide.      Para la semblanza que me propongo describir quiero recurrir a sus propias palabras a través de sus muchos escritos y quiero, igualmente, destacar tres aspectos: la dificultad de ser incluido en grupo alguno, la relación inseparable de su vida y sus escritos y el profundo compromiso adquirido con su época a todos los niveles.
     Algunas citas ilustrarán estos aspectos que menciono:
     Sobre su pertenencia a la Generación del 98 Emilio Salcedo, uno de sus biógrafos, recoge cita del propio Unamuno que dice: "Hay que ver primero que no partimos juntos en el sentido espiritual. Sólo nos unía el tiempo y el lugar, y acaso un común dolor: la angustia de no respirar en aquella España, que es la misma de hoy"
     El mismo D. Miguel se muestra contrario al encasillamiento: "Yo no quiero dejarme encasillar, porque yo, Miguel de Unamuno, como cualquier otro hombre que aspire a conciencia plena, soy especie única" (Mi religión).
     Avelina La Fuente ha dicho que es difícil comprender los planteamientos religiosos y personales de Unamuno...  que suscita problemas, pero no los resuelve...  que deja inconclusa su dialéctica...  Y Carlos París dice que es difícil comprender a un hombre que se queda en el puro problema...
     Seguramente, como se verá después, es que el Unamuno agónico no pretende resolver el problema de la vida, sino que sabe que la vida es problema.
     Unamuno es un hombre comprometido consigo mismo y con la sociedad. Por ello su vida y su obra van íntimamente entrelazadas. Por ello todo le interesa.
     Dice Luciano González Egido  que "era un hombre del que la biografía interesaba tanto como su obra y su iconografía más que sus anécdotas". Igualmente  dice: "No es que estuviera obsesionado por desmarcarse, es que siempre tenía razones sicológicas y mentales para estar en contra, en su afán por afirmarse él y por salvar la totalidad de su pensamiento, más dialéctico de lo que él mismo suponía" (L.G.Egido: Agonizar en Salamanca)
     Realmente la obra de Unamuno y su biografía están íntimamente relacionadas y ambas vinculadas directamente a la historia y a los problemas de la España que vive, la de 1894 a 1939: guerras carlistas (Paz en la guerra), Restauración, época de Alfonso XIII y dictadura de Primo de Rivera, República y Guerra Civil.
 A Unamuno le interesa todo: "Apenas hay cuestión que no solicite mi atención... pero entre todos los problemas, son tal vez los económicos y los religiosos los que más quehacer dan a mi espíritu. Son lo económico y lo religioso los dos goznes de la historia humana.
     Se ha dicho frecuentemente que el gran problema de Unamuno es el religioso, sin embargo creo poder afirmar que su gran problema es la necesidad de conocerse a sí mismo y que en su autognosis (autoconocimiento) encuentre el sentido de la existencia en la contradicción del ser humano. De ahí la necesidad de la fe, pero no una fe dogmática, ciega, sino una fe volitiva, un querer creer, porque necesita creer: fe y religión se convierten en un auxiliar de su autognosis. Unamuno es un hombre religioso, pero su religión es solo camino para el conocimiento de sí mismo.
     De ahí la necesidad de indagar continuamente sobre sí mismo y sobre su entorno. Unamuno es un ser escéptico y agónico:
     Es escéptico no en el sentido de no creer en nada, sino en el de estar continuamente indagando, cuestionándose el sentido de la existencia.
     Es agónico en el sentido de que esa indagación lo es en lucha permanente, consciente de que no se pretende la solución del problema de la vida (como se ha dicho anteriormente), sino de que la vida es problema, es contradicción. 

     Por ello es necesario recordar que los personajes de sus novelas o de su teatro adquieren estas características, que no son sino trasunto del propio Unamuno.
     Unamuno aplica el análisis de sí mismo y de la naturaleza humana al hombre concreto, al plano individual, al hombre de carne y hueso: "y este hombre de carne y hueso es el sujeto y supremo objeto a la vez de toda filosofía" (Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos)
     Así se presentan sus personajes empezando por el propio D. Miguel del Diario Intimo (1897); Pedro Antonio, Ignacio o Pachico, de Paz en la Guerra (1897); Joaquin Monegro, de Abel Sánchez (1917); Augusto Pérez, de Niebla (1914); Gertrudis o Rosa, en la Tía Tula; San Manuel Bueno; el Padre Jacinto, de la Agonía del Cristianismo. Todos ellos de carne y hueso, todos reflejando la angustia por la existencia, por su razón de ser; todos mostrando sus contradicciones.
     Pero el hombre de carne y hueso tiene su contexto en el pueblo y en la historia. De ahí la necesidad de conocer al hombre individual, al hombre en su sociedad, al hombre y su sociedad en su historia. Esto es Paz en la Guerra, la epopeya de un pueblo, el pueblo vasco y el estudio de unos personajes individualizados, pero inmersos en ese pueblo: "Mi trabajo 'Paz en la Guerra' resulta una novela en la que se hace la sicología de un individuo y de un pueblo y de una raza"(carta a Pedro Múgica. Julio de 1890 mientras la preparaba)
     He dicho que la obra y la vida de Unamuno corren entrelazadas. Unamuno fue consciente a la vida con una guerra civil, la del pueblo vasco y murió consciente 
de otra, la guerra civil española. El problema de España seguía vivo.
     Todo lo anteriormente dicho es su obra 'Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos' (1913), la más importante desde todos los puntos de vista, la que sintetiza todo su pensamiento, luego (o antes) pormenorizado en el resto de sus obras, sean novelas, ensayos, artículos, teatro e incluso cartas.
     Pero he dicho que Unamuno es un hombre comprometido, y, efectivamente, lo es en su trayectoria individual y pública. Comprometido consigo mismo y con la sociedad:
     Unamuno adquirió un fuerte compromiso social como lo demuestran sus escritos socialistas en el 'Eco de Bilbao' o en 'La lucha de clases'. He de decir como aparece en varios de sus escritos que Unamuno no solo leyó a Marx, sino que le criticó duramente. Frente a Marx Unamuno entendía el socialismo como reforma moral. Pero su compromiso fue más allá de sus escritos llegando a posiciones comprometidas con la reforma agraria en Salamanca, lo que le indispuso con los caciques, y más concretamente con Romanones, llevándole en último extremo al destierro. Significativo es su artículo  La dignidad humana.
 Incluso evoluciona hacia el anarquismo como demuestran sus contactos con Federico Urales, que no es otro que Juan Montseny, padre de Federica Montseny.
     Su compromiso político es más conocido, y siempre frustrado ("...siempre tenía razones sicológicas y mentales para estar en contra..." hemos citado al comienzo de este escrito siguiendo a González Egido.). 
     Compromiso con y frente a la Restauración, compromiso frente a la Dictadura, compromiso con la República, compromiso con el Alzamiento y frente a él, e incluso recibió a los fundadores de la falange, incluido el hijo del dictador.
     La influencia de Unamuno en la España del momento es de gran importancia, como demuestran los apoyos que recibe cuando en 1914 es destituido como rector, influencia que ejerce por su pensamiento o por sus cargos, especialmente el de rector, además de como concejal y diputado.
     El problema de España en su totalidad y en su trayectoria política le preocupa hondamente, hasta el punto de ser uno de los móviles para la publicación del la 'Agonía del cristianismo' (1931), que escribe en París durante lo que él llama plena dictadura pretoriana (la de Primo de Ribera).
 En relación con el problema de España no hay que olvidar su participación en primer orden en la polémica sobre la 'europeización de España", en la que también intervienen Santos Oliver, Azorín, Ortega y Maeztu. Este problema se recoge también en 'Del sentimiento trágico...'
 Compromiso intelectual. 
     Unamuno es un hombre al día en las corrientes culturales en España y fuera de ella como demuestra en sus cartas, especialmente las dirigidas a Pedro Múgica. 
Tiene auténticas sucursales bibliófilas que le ponen al día y le proporcionan las obras que se publican en Europa.  Traduce las obras que lee: Ibsen, Kierkegard, Marx, los predicadores protestantes americanos, etc.. De hecho domina los idiomas por necesidad. Este aspecto queda manifestado plenamente en carta a Federico Urales.
     Incluso trata las nuevas corrientes científicas y culturales de fin de siglo en 'amor y pedagogía', especialmente lo relativo al darvinismo.
     Su compromiso religioso aparece ya desde su juventud y permanece en su madurez. Sus crisis religiosas son descritas por su biógrafo Emilio Salcedo y por él mismo en su diario íntimo.
     Su compromiso se manifiesta en la oposición entre una religión cordial y afectiva y la racionalización de sus creencias. Precisamente esta contradicción entre la religión dogmática (católica) y su proceso de racionalización le lleva a frecuentes crisis y permanentes angustias. Frente  al dogmatismo y la consiguiente necesidad de racionalizar la fe aparece la religión cordial y afectiva.
    De este modo se sitúa entre las corrientes dogmáticas del catolicismo, al que critica, y la religión afectiva del protestantismo liberal. Llega a plantearse aspectos como la predestinación lo que se manifiesta claramente en el diálogo que mantienen Unamuno y su personaje de ficción Augusto Pérez, de Niebla. 
 (Estos aspectos los ha tratado con gran acierto Nelson Orringer en 'Unamuno y los protestantes liberales')
 Obras como 'La agonía del cristianismo', 'San Manuel bueno y mártir'(inspirada ésta por Bernanos en su obra 'diario de un cura rural' y por Fogassaro en 'Il Santo') o sus artículos religiosos 'mi religión', 'La fe', o 'Nicodemo el fariseo' están cargadas de sentimiento y problemática religiosa, en gran medida autobiográfica.
     Es necesario indicar que el compromiso, del que aquí hemos mostrado un pequeño recorrido, de Unamuno, lo es hacia sí mismo primero y después y de manera inseparable hacia el ámbito público.
     Yo diría que lo es más hacia sí mismo, de forma que toda la problemática que aparece en su vida y se refleja en su personajes, los ya mencionados de sus novelas y quizás los más problematizados de su teatro: 'el otro', 'el hermano Juan', etc., no es sino la necesidad de indagar sobre su propia existencia, sobre el sentido de su vida y, por extensión, sobre el sentido de la existencia y destino humano. 
     Se trata en definitiva, de un ejercicio permanente de autognosis.


Algunas referencias biográficas
  •  29 de septiembre de 1864 nace Miguel de Unamuno en Bilbao, hijo de Felix de Unamuno y Salomé de Jugo. Don Felix había hecho las Américas, lo que se refleja en San Manuel Bueno (cap. primero). 
  •  Según Emilio Salcedo era un niño retraído, solitario y dedicado a juegos poco frecuentados por otros niños.
  •  A los 10 años vivió la guerra carlista, a los 14 sufre su primera crisis con lecturas de Ossian; es congregante de San Luis Gonzaga. A los 16 sufre una conversión a la inversa con pérdida de fe.
  •  Finaliza su carrera a los 19 años.
  •  En 1884 hace su doctorado: "Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca"
  •  En esta época vive inmerso en su noviazgo con Concha Lizarra y publica en 'La Lucha de Clases'
  •  En 1890 se casa con Concha.
  •  En 1891 logra la cátedra de griego para Salamanca. En el tribunal esta Juan Valera quien dice que ninguno de los opositores sabía griego, pero se le concede a Unamuno porque era el único que podía llegar a saberlo. Ganivet queda en el camino frente a Unamuno.
  •  En Salamanca hace amistad con Pedro Dorado Montero, catedrático de derecho penal.
  •  En 1897 estalla la crisis religiosa y personal ya prevista de 1895. Es la época del diario íntimo, de la dirección espiritual del P. Lecanda y las lecturas del P. Faber. (Sobre esto hay un estudio completo de Armando Zubizarreta.
  •  En 1897 publica Paz en la guerra
  •  1898/99 prepara la oposición a cátedra de Filología comparada en la que se enfrenta entre otros a Menéndez Pidal y Lanchetas. Unamuno tranquiliza a Menéndez Pidal y se presenta solo para "ejercer el derecho que tengo"
  •  En 1900 lee en danés y noruego a Brandes, Ibsen y Kierkegard. Tiene conocimiento de Rubén Darío y diserta con 'Nicodemo el fariseo' en el Ateneo de la calle de la Montera.
  •  El mismo año es nombrado rector de la Universidad de Salamanca y comienza su amistad con Gabriel y Galán.
  •  En 1889 había tenido sus primeros encuentros con Ortega y Gasset. 
  •  En 1908 surge la polémica sobre la europeización. Intervienen Santos Oliver, Azorín, Ortega, Maeztu y otros.
  •  En 1914 es destituido como rector. La excusa: los episodios del estudiante de Bogotá y la facultad de medicina y ciencias, la realidad que lo motivó, las campañas agrarias.
  •  En 1918 publica 'Abel Sánchez' donde desarrolla el tema del cainismo y la envidia, temas que lo son también de 'el otro'
  •  1919 Concejal en Salamanca
  •  1923 Enfrentamiento con la dictadura: destierro el 20 de febrero de 1924; amnistía el 4 de julio de 1924, pero se ha fugado de Fuerteventura el 4 de mayo del 1924. Hasta febrero de 1929 destierro voluntario en París y Hendaya.
  •  En esta época mantendrá amplia relación, que no amistad, con Blasco Ibañez.
  •  Con la llegada de la República es nombrado diputado, puesto que le decepciona.
  •  En 1935 recibe en su casa a José Antonio y otros falangistas. 
  •  Su aceptación del golpe militar provoca la destitución por la República. También el alzamiento le decepciona y muere al poco tiempo de su enfrentamiento con Millán Astray.
Alcobendas 98
       Eugenio Plaza